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lunes, 5 de julio de 2010

Cap 45

-Es aquí –dije entusiasmada casi admirada por el lugar tan hermoso mientras bajaba del carro.

El taxi solo miraba mi expresión idiotizada por aquel lugar esperando el pago por el pequeño viaje hasta acá.
Le pagué sin dejar de admirar el pequeño lugar que ahora me parecía magnifico.
Arboles podados al igual que el césped, que daban un color verdoso. El lugar estaba lleno de pasto acompañado de algunas rosas de muchos colores.
El aire ahora me parecía tan cálido con el suficiente aire de darme un gran respiro.

Caminé lentamente dejando aun lado la caja y me senté sobre aquella alfombra de césped y me deje llevar por el aire que rosaba mi piel con tanta sencillez y delicadez. Mis manos tocaron las suaves puntas de verde y junté mis rodillas hasta que llegaron a mi rostro.

Intenté adentrarme a los sonidos que parecían aullar alrededor de mí. Los pajarillos cantando, los arboles sonar al momento de que el aire pasaba junto a ellos y las suaves flores chocar entre ellas.
Cerré los ojos y me deje llevar por todos aquellos sonidos que eran lo único que me parecía agradable.

-¿Te han despedido verdad? –preguntó la voz a la que tanto odiaba y anhelaba escuchar. Se me pararon los pelos de punta y mi corazón latió irrevocablemente al mismo mis ojos enfocados en el pasto verdoso.
Ahora todo el sonido que antes me había parecido tranquilo y hermoso ahora se había juntado y mezclado con los ruidos de la gran cuidad.

-Acaso lo has leído en uno de los periódicos –insinué casi en un murmullo sin voltearle a ver. Sabía que se haya justo detrás de mí.

-No –señaló y después de una gran pausa tan incomoda respondió- debajo de mí están tus pertenencias.

-A que ha venido todo esto –dije queriendo ir al punto de su encuentro. Mi tono mostraba mi enfado hacia él que eso indudablemente era imposible de fingir- para que quieres verme.

-Que no lo recuerdas –ahora su voz expresaba se mostraba divertida y entusiasmada- prometí pasar contigo tres días y lamentablemente han pasado dos y este sería nuestro tercer día.

-No soy tan idiota Bill Kaulitz –recalqué como si cada una de las palabras tuvieran cierta importancia para mí- se que me ocultas algo y les preocupa a todos pero no entiendo por que no quieres decírmelo –ahora voltee hacia levantándome del pasto. Se hallaba de pie cerca de la sombra de un árbol. Vestía casualmente con unos lentes obscuros y un gorro que le cubría todo su cabello, una playera y un pantalón muy casual- y hoy es un buen momento para que me lo digas.

-Ya te lo dijo –respondió encogiéndose de hombros. Aun en su voz sonaba divertido- es por la gira.

-Bueno –ahora intenté seguir con su mentira- a que se debe que estén nerviosos o por lo que estén preocupados.

-No quiero que tu también lo estés –repuso él ahora con su voz seria y furiosa- es nuestro asunto y no quiero que te involucres tanto en esto.

-Dímelo –le exigí saber dando un fuerte grito lleno de desesperación- quiero saberlo ahora mismo, si no me marchare.

Bill pareció pensarlo durante unos momentos lo cual eso me había hecho enfurecer más. Ansiaba tanto poder saber cual era la verdadera razón por la que todos se veían preocupados. El rostro de Georg y Tom fueron los que tanto me confundieron y me dejaron con ese recuerdo de sus únicos rostros llenos de furia y de estremecimiento.

-De acuerdo –dijo Bill lo suficientemente cerca de mí- te lo diré si eso es lo que tanto deseas- se quedo quieto mirándome fijamente a los ojos. Suspiró- David probablemente opte por seguir en otra banda, se lo ofrecieron hace algunos meses y todos estamos preocupados por que nadie sabe su respuesta.

Bill dio algunos pasos atrás y se dirigió de nuevo a la sombra de aquel árbol. Recordar de nuevo la ultimas palabras de Bill acerca de David me parecieron creíbles y más sabiendo la actitud preocupada de Bill evitando mi mirada.

-Ya veras que todo saldrá bien –le tranquilicé llegando a él para abrazarlo el cual me respondió con tanta facilidad. Ambos nos abrazamos y me susurró al oído la palabra “Te amo” cayendo de nuevo a sus redes y quedando totalmente débil a sus pies.




Luego de una tarde con una simple charla con Bill (y de contarle mi gran charla con el director Bravo y mi propuesta sobre los Ángeles) me dio la impresión de que Bill de veras deseaba que aceptara ese empleo aunque nos arriesgáramos a una relación lejana.

Aunque había intentado todo por evitar una pelea acerca de su opinión de mi nuevo empleo ninguno de los pudo, por lo que habíamos discutido la mayor parte del camino en el que Bill me traía de nuevo a casa.

No quisimos arriesgarnos a permanecer en aquel lugar tanto tiempo ahora que los medios estuvieran constantemente sobre nosotros para dejarnos en ridículo o para saber que otra cosa estúpida cometeríamos.

Le había comentado acerca de la charla que tendría con mis padres sobre el viajar con el grupo durante el tour y de algún modo pude ver como pensaba en tal excusa para enfrentarse de nuevo a mi padre.

-¡Vamos! –Exclamó Bill aun un poco molesto- no querrás que me enfrente de nuevo a tu padre.

-Bill –le grité- si quieres que te acompañe tendrás que estar conmigo. A mi también me preocupa lo que dirán ellos.

-Mi respuesta es no –repuso Bill sin dejar de ver la pista en la que atravesábamos.

-Diablos Bill –me quejé mientras me cruzaba de brazos- eres realmente insoportable. No puedo creer que eso te cueste tanto trabajo.

-Y yo no puedo creer –me asusté durante un momento por la forma tan drástica por la que había cambiado su rostro. Ahora se mostraba serio y con la voz ahogada- no puedo creer que te ame tanto.

Me quede callada por haberme imaginado decirme otra cosa. Su respuesta me había inesperado tanto dejándome ahogada en mis propios sentimientos.

Así es Neily –continuó ahora con esa voz tan seductora- te amo –dijo enarcando sus cejas.

Me quede mirándolo y me alejaba de él cada vez que se acercaba a mí por temor a que escuchara mi corazón latir rápidamente. Sentía como la sangre me había subido hasta mi rostro y lo sentí tan caliente a la vez que eso me hizo sudar la frente.

Bill aprovecho en un momento que le toco el alto para llegar a mí y tocar sus labios con los míos.
Ese beso no me lo esperaba ni mucho menos que fuera largo y que de pronto ahora todo me pareciera tan caliente.
Necesitaba aire y necesitaba pensar pero ¿Cómo pensar en un momento como este? Las manos de Bill lentamente fueron cayendo hasta llegar a mi muslo, apretándolo con fuerza hacia su pecho.

El minuto se había pasado rápidamente. Los pitidos de algunos carros fue lo único que nos hizo reaccionar y el que el carro de Bill lo hiciera arrancar llegando al límite normal.

-Quiero que te estés lista para cenar esta noche –dijo Bill casi sonriendo. No sabia si la razón por la que sonreía había sido por haberle bajado al vidrio mientras inspiraba hondo- tengo todo listo así que no me dejes plantado.

-Así que fue por todo esto –dije con un hilo de voz- por eso has querido que nos reuniéramos esta tarde.

-No estaba seguro de que estuvieras lo suficientemente enojada como para dejarme plantado. No quise arriesgarme y quería que me perdonaras y advertirte que debes ir esta noche.

-¿Advertirme? –Reí bajo- o que harás Bill Kaulitz.

-Bueno –dijo deteniéndose a pensar. Hizo rosar su mano debajo de su barbilla con su rostro divertido como si estuviese pensando en algo malvado- en ese caso tendré que raptarte.

Solo sonreí como siempre por su hermosa respuesta.
En mis ojos apareció mi casa que extrañamente ahora la miraba de distinta manera que como la noche pasada. Sentía que alguna vez aquella fue mi casa.
Me despedí de el con un largo beso en los labios acompañado de una seña con la mano antes de adentrarme a la casa y a la charla que ya me esperaba con mis padres.
Pensaba una y otra vez como empezaría con ellos para decirles que solo serian unos días. De todos modos ellos ya se habían acostumbrado a vivir sin mí por algún tiempo. Tanto como mi padre como mi padre habían llegado a vivir sin ayuda mía y estaba en todo mi derecho ahora que tenían que dejarme ir.

Subí rápidamente a mi cuarto con la espera de saber que era lo que me pondría para esta noche.
Mi cuarto ya estaba medio vacio por las maletas que estaban repletas de todas mis pertenencias. Las maletas se hallaban sobre mi cama y suponía que mis padres las habían visto por lo que no le di mucha importancia.

Mientras seguía en busca de alguna ropa que me hiciera sentir realmente especial para esta noche, algo me hizo detener en seco acercándome a una pequeña nota que se hallaba sobre mi tocador blanco con algunas flores rosas sobre las orillas de esta.

Era un sobre blanco que había sido mandado desde Manhattan con el nombre de “Chelsey”
Al descubrir quien lo había mandado, mis dedos se deslizaron hacia la parte de las orillas para abrir con mayor rapidez el sobre que decía: