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jueves, 1 de abril de 2010

Cap 31

-Bill –dije cuidadosamente su nombre. Aquello me hizo sentir un fuerte escalofrío y un terrible nerviosismo –Antes que nada –le advertí- quiero que entiendas que no quise decirte esto, por que nuestra relación estaba hecha un lio y no hallaba la forma de cómo decírtelo.

-Te lo haré mas sencillo –me propuso y siguió acercándose lentamente hacia a mí hasta que sus manos se enrollaron sobre mi cintura- estas embarazada.

Me aleje de él mecánicamente cuando lo escuche decir eso. Algo dentro de mí me frustraba no poder decir mis propios problemas. La mayoría en su parte hablaban de él como si fuese un asunto de ellos, pero la verdad es que no era así.

Me quede quieta, tratando de descifrar en su mirada la razón por la que sabia la verdad. Mis ojos estaban como platos y mis manos quedaron completamente inmóviles. ¿Qué se suponía que debía hacer?

-¿Cómo lo supiste? –le ordené alejándome más de él.

Bill –aun con su rostro calmado- trató de acercarse a mí. Pero esta vez parecíamos ser un imán, ambos con energía positiva. O en pocas palabras no podíamos “repelarnos” al menos no de mi parte.

Sentí como mi pecho y el coraje ardía en llamas al no tener el poder de regresar el tiempo.

-¿Es mío? –preguntó incrédulo

-Por supuesto que si –casi le gritaba. Lo dije en un tono tan lógico que tuve que agarrarme del pequeño librero para tomar aire.

Me voltee para no tener que verlo a la cara. Pues toda mi furia ahora se había convertido en pura vergüenza. Había sido yo la tonta que no sabia nada, la que todos me mentían a mí. Por una parte sentía la bofetada de vuelta de cómo Bill se había sentido. Mentido por sus amigos y familiares, pobre ilusa.

-Por favor Neily –se acercó a mí abrazándome por atrás y sus manos suavemente se deslizaron por mi brazo hasta llegar a mis manos- No quiero que te sientas mal. Además para eso hemos venido aquí, para hablar.

-Si –me rendí y tomé fuertemente sus manos que se estrecharon a la perfección- supongo que tienes razón.

Lo abrasé

-Tu sabes donde quiero estar –le dije al oído- quiero estar contigo y nada mas.

-Estas loca –se rio y me miró a los ojos- tu lo que necesitas es reposo ¿Cuánto tiempo llevas embarazada?
-siete semanas –me sentí un tanto incomoda cuando me lo preguntó. Era raro saber que ahora Bill ya lo sabía todo- pero por favor dime ¿Quién te lo dijo?

Suspiró sin dejar de mirarme a los ojos. Retrocedió y se dirigió a su cama. Me dio la seña de que me acercara a él pero no quise. Me cruce de brazos y mi rostro lo convertí en un puchero con mis labios hacia abajo. Se rió pero aun así des tendió la cama y me invito por segunda vez a que me dirigiera con él.

No pude resistirme por lo que llegue corriendo a él para acurrucarme cerca de él. Era cálido con ese aroma refrescante y dulce que me encantaba oler.
Lo abracé fuertemente que mis manos quedaron enrolladas en su abdomen y su rostro cerca del mío.

-Por lo menos –le insistí- dime como reaccionaste cuando lo supiste.

-Bueno –dio un respiro y luego sus ojos dieron vuelta a ese techo blanco como si lo estuviese recordando-Al principio cuando me enteré estaba furioso por no saberlo antes. Intenté calmarme y no hacer las cosas más grandes. Luego comenzó a invadirme algunas preguntas y una de ellas fue si era mío. Me quede quieto al pensar que esa respuesta seria negativa. Así que volví a preguntárselo a Tom pero me dijo que no sabía nada.

Me quede callada manteniendo mi risa dentro de mí. “perfecto” dije en mis adentros cuando mencionó el nombre de Tom. Por supuesto tuvo que ser Tom “Que acaso no puede guardar ni un solo secreto” me queje y traté de disimilar mi descubrimiento. Al mismo tiempo que entendía el por que Tom me había guiñado el ojo y el que la mamá de los Kaulitz llorara e hiciera una pequeña comida.

-Pensé en esa pregunta por que –siguió continuando sin ni siquiera notar nada extraño en mí- creía que esa era la única razón por la que no me habías dicho nada, por que no era al padre. Pero luego pensé, por que me esta engañando diciendo que me amaba si no era así ¿Se sentía culpable?

-¿Tom? –le pregunté cuando había terminado de pensar y sus ojos se reflejaron en los míos. Fue entonces cuando me eche a reír cuando se lo volví a preguntar- Yo sabia que él no se le puede confiar nada.

Se me quedo viendo con los ojos fruncidos. No entendía por que de mi risa o ilógica pregunta. Después de recorrer al pasado unos instantes, se quedo quieto con los ojos bien abiertos.

-Maldición –se quejó al reconocer que se le había escapado el nombre de Tom, luego solo se echo a reír junto conmigo- lo lamento, me hizo prometer que no te diría nada.

Vaya –puse los ojos en blanco separando mis manos de su cintura- entre Tom y tú si puede haber secretos pero entre nosotros no.

-Hay Neily –se rió entre dientes y me abrazó estrechando su cálido pecho en mi cabeza- para serte sincero hay ciertas cosas que no le he contado.

-¡Ah si! –exclamé que casi había sonado mas como una pregunta. Me levante de la cama cruzada de brazos y mirándolo le dije – Dime solo una cosa que él no sepa.

Bill se levantó instantáneamente y se puso frente a mí. Se estaba mordiendo el labio inferior mientras –se podría decir- recordaba una solo cosa.

Un ligero golpe de aire recorrió por toda la habitación cuando se abrió la puerta de la habitación de Bill. Era Tom quien lucía muy guapo y con ese distinto aroma que lo diferenciaba de su hermano gemelo.

-Bill ya me voy –le avisó Tom sin despegarse de la puerta. Se quedo extrañado por la forma en la que nos encontrábamos Bill y yo pero no hizo ningún comentario alguno. Imaginé que lo único que pensaría es “después me lo contara Bill”

Ninguno de los dos hizo un movimiento y la situación se puso mas incomodo que antes.

-Pensándolo bien –respondió Tom, quien este se sentía el más incomodo de todos- mejor te llamo luego.

Y se fue sin decir adiós pero aun estaba esa preguntaba en mi mente que no me dejaría en paz hasta saber por lo menos una respuesta. “Y bien” le insistí con mi misma mirada y con los brazos cruzados. Sabia que si nos íbamos a la lógica Bill jamás encontraría la respuesta que yo esperaba, pero por lo menos había hecho el intento.

-Lo mucho que te amo –pareció haber dudado cuando lo dijo pero le tomó varios segundos para tomar valor a su respuesta que en lo personal me había parecido de lo mas tonto e ilógico.

-¿De que hablas? –Vacilé cuando le pregunté incrédula al saber que eso no lo sacaría de apuros- Eso es algo tonto ¿No crees? -A lo que simplemente negó con su cabeza haciendo más confusa la situación.

-¿Que no te das cuenta? –dijo en medio de un suspiro soltando una risita- Tom no se acerca ni tantito a todo lo que siento por ti. Cuando digo “la amo” no conoce más allá de esas palabras o todos los sentimientos acumulados en esas dos palabras.

No ganaría. No quise volver a pelear por no estar de acuerdo en algo –que ya lo habíamos platicado-. Era verdad “lo era” no le ganaría a su propio hermano, le tenia mas prioridad a él que a mí, pero no podía juzgarlo por no saber lo que se sentía al tener un hermano gemelo. “supongo que haría lo mismo”

Resignada, me asomé por su ventana al escuchar encender la camioneta de Tom. Estaba acompañado de una chica con cabello corto. Desde arriba solo podía distinguir sus largas y delgadas piernas. No pude ver más por la noche que cubría la parte delantera del auto. Me sorprendí el que oscureciera tan rápido.

-Y para serte sincero –comentó Bill acercándose de nuevo a mí junto a la ventana siguiendo mi mirada hacia Tom- no creo que se enamore hasta dentro de muchos años.

-No me importa –me sentí débil al pronunciar esas tres simples palabras. Como si hubiese hecho mucho ejercicio en exceso y me sintiera débil por aquel esfuerzo en mi cuerpo- No quiero volver a pelear contigo, me vuelve aun más loca.

-Pues no lo hagas.

Me intimidó durante solo un par de minutos. Me rodeó lentamente, estaba caminando sin quitar su mirada de mi cuerpo. Me sentí extraña y nerviosa, pero entonces me tranquilizó el que sus manos estuvieran aferradas a mí cuerpo y no me las quitara ni un segundo.




La noche fue tranquila. Ambos nos acostamos en la cama acurrucándonos en aquellas cobijas suaves acompañados con el dulce aroma de Bill.
Platicábamos sin dejar de mirarnos a los ojos ya que sentíamos que el mundo se nos iba cuando no se reflejaban nuestros ojos con lo del otro.
Nuestras manos – que típicamente- quedaban entrelazados o encajaban a la perfección, como si fuese dos piezas de un rompecabezas que encajaban sin ningún problema, pues así era exactamente cuando me conectaba con Bill, sentía que estábamos hechos el uno para el otro.

-¿Qué has pensado acerca de tu futuro? –su pregunta me sacó de mis casillas. Era algo que no podía ignorar y tomarlo a la ligera y era obvio que muchas veces lo había pensado.

-Pues –me quede callada. Eran tantas las emociones que se juntaron a la vez que me dejaron sin palabras. Pero luego de pensarlo dos veces contesté a su pregunta- todo el tiempo. Solo sé que me gustaría tener una familia.

Se estremeció

-¿Y crees que podrás adecuarte a mi estilo de vida?

-Me acostumbraré –le animé. Su rostro me indicaba que no se sentía cómodo por como me sentía ante las cámaras que por supuesto era mi mayor miedo y que supongo era lo que mas le preocupaba a Bill- Ya lo veras. Lo único que más deseo es estar a tu lado. Además, creo que ya no soportaría estar un día más con mi padre.

-¿A eso te referías con lo del problema cuando te llame ayer?

-Si –me estremecí al recordar la triste escena- Aprendí a aceptar este hermoso regalo y me gustaría que mis papás me apoyaran en esto. Es difícil saber que están en desacuerdo y que todavía sigan peleando frente a mí como si no les importara.

El transportarme al pasado me hizo sentir la misma rabia que sentí al no poder hacer nada para que resolvieran sus problemas.

-Puedo entenderte –me consoló Bill frotando suavemente mi hombro –y me da gusto que hayas aceptado tu embarazo.

-¡Seremos papás! –Exclamé con cierta felicidad, pero no se me hizo nada extraño que se había esfumado en cuestión de segundos por tener tantos problemas en mi vida ¿seria capas de consolidar con todos ellos teniendo a un bebe en camino?

Yo seguía recostada sobre su pecho cuando no platicábamos. Era una forma de poder sentirme más segura de lo que ya estaba y por otro lado me encantaba sentirlo cerca de mí.
En momentos nos dejábamos llevar por nuestros pensamientos cuando se nos daba la oportunidad pero sin dejar de estrecharnos nuestras manos.

-Te amo –dijo Bill susurrándome al oído bloqueando mis pensamientos “en los cuales me había dejado llevar” automáticamente- te amo mas que cualquier cosa en este mundo y te prometo que no esta escaparas de mí fácilmente.

-Yo también te amo –solté una risita muy bajo por el cuchicheo en mi oreja al momento que Bill me susurró.

-¿Recuerdas? –dijo Bill sacando una rosa de su cajón. Parecía estar ceca y marchita. Tenía un color rojo oscuro y un poco maltratada.

Parecía estar viajando al pasado. Me gustaba recordar solamente cuando se trataba de las cosas buenas. Era bueno saber que no había olvidado las flores que cada mañana me mandaba Bill a mi habitación justo cuando amanecía. Una de las razones por las cuales ansiaba despertar cada mañana

-¿Y tu lo recuerdas? –le dije sacando mi pequeña cadenita que colgaba a mi garganta. Era la estrella con mi nombre en medio y que por lo regular no me gustaba quitármela.

Cuando lo miró se quedó inmóvil y sin pensarlo dos veces me besó en los labios. ¿Qué podíamos pasar? Instantáneamente supe que el beso estaba llegando más allá de los límites. Estaba siendo largo y apasionado.
Ambos acostados sobre esa cama y solos en el cuarto acogedor de Bill. Mencionando que estaba embarazada y nuestros mismos cuerpo ardían en llamas deseando solo dos cosas que difícilmente se podían ignorar “Placer y pasión”