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viernes, 26 de febrero de 2010

Cap 27

Aparté mi vista de ella, para que mis ojos se enfocaran en Tom Kaulitz. Venia caminando por la playa con unas gafas negras y un gorro negro. Estaba hablando por teléfono.

Cuando mis ojos se volvieron con Aliz. Me di cuenta que también sus ojos fueron con los míos. “Tom Kaulitz” la miré detenidamente y se quedo pensando. En fracción de segundos sus cejas se fruncieron y después de hacer una mueca sus ojos estaba como platos y su boca medio abierta.

-¿Crees que? –Aliz se quedo quieta durante unos segundos y luego sus ojos se volvieron a enfocar en Tom.

Acaso ¿Estaba pensando en que Lizzi podría haber vuelto con Tom? Podría ser lo mas lógico. Tal vez por eso Lizzi se escapo anoche. Pero Lizzi no es tan tonta como para caer en el mismo juego dos veces ¿O si?

Ahí estábamos las dos, de nuevo con nuestros rostros confundidos a nuestra pequeña conclusión. Aliz sacudió su cabeza poniendo los ojos en blanco y suspiro.
Me dio alegría saber que tal vez ese era el problema que la hacia estremecer.

Me di cuenta que ahora, a su tenedor la picaba mas a la comida que antes. Estaba tan concentrada ver como ella podía comer esa cosa. “Que asco” volví a pensar en mis adentros haciendo un gesto con mi boca sacando un poco la lengua.

-¿No te lo vas a comer? –Su queja había terminado al final como una pregunta.

Volvió a sacudir su cabeza mientras se le dibujaba una sonrisa. Trague saliva antes de poder mirar de nuevo mi plato. La comida aun estaba caliente gracias al clima calido. Apreté mis labios fuertemente y tome el tenedor que se encontraba a escasos centímetros del plato. Cuando lo tome, lo apreté fuertemente pudiendo enrollar fácilmente mis pequeños y delgados dedos en el tenedor.

Lo sostuve durante unos segundos y me apresure a tomar un pequeño trozo de esa comida espantosa. Tome una gran bocanada de aire y cerré mis ojos con brusquedad antes de que ese tenedor estuviera cerca de mi boca. Pude olfatearla cuando se encontraba bajo mi nariz. El olor me era un poco familiar, cebolla, jitomate y chile verde –Algo no típico de mi país, salvo el jitomate y la cebolla- Deje de respirar y me dedique a ese gran trozo de comida.

Una vez dentro lo saboree lentamente sin prestar mucha atención a mis papilas gustativas. Sin poder aguantar más la respiración, inhale lentamente aun con mis ojos cerrados. Pude escuchar una leve risita frente a mí pero trate de ignorarla.

“Espera…..esto no sabe tan mal” volví a pensar aun con la comida dentro. Ahora lo masticaba con rapidez y mi tenedor ya estaba de vuelta al siguiente trozo de comida.

-Vaya –Comente cuando casi terminaba a lo que era un burrito- Esto no sabe tan mal-.

Ves –Puso los ojos en blanco mientras le picaba con su tenedor a otro trozo de comida- Solo es cuestión de que lo probaras, eso es todo. Apuesto a que tú bebe fue al que le gustó.

Se echo a reír al recordar algo.

-Tu sabias –Continuo hablando, apuntándome con su tenedor- Que las cosas que mas detestas, pueden gustarle al bebe y hacer que te gusten a ti.

-¿En serio? – Pregunté con mi boca llena de comida- No lo sabia.

Ahora la comida hacia satisfacer todo lo que necesitaba en este gran día. Todo me parecía tan delicioso, los pastelillos, el refresco, la pizza, los típicos frijoles que se veían mas asquerosos.
Me encontraba en el paraíso saboreando cada una de las magnificas comidas que antes me parecían una asquerosidad.

Estaba tan concentrada en mi pequeño pastelito de exquisito chocolate, cuando sentí la presencia de alguien al lado de nosotras. “Hola chicas” esa voz la recordaba a ojos cerrados. Era conocida de por vida y a la persona que mas quería.

-¡Lizzi –Aliz la miro enojada con los brazos cruzados y sus ojos fruncidos- Donde estabas anoche. Fui a buscarte a tu habitación y no me abriste. Supuse que te habías ido. ¿Pero a donde?

-Es una larga historia –Su mirada era tan fría. Tenía puestos unos lentes obscuros y el cabello algo alborotado. Se sentó junto a mi dejando aun lado su bolso sin quitarse las gafas- Después les cuento.

-¿Te fuiste con Tom? –Había sido una tonta en preguntar automáticamente. Era extraño preguntar sin antes pensarlo y por supuesto era mas extraño en mí, sabiendo que me gustaba pensar antes de hablar. Ahora estaba avergonzada cuando Aliz me hizo una mueca de disgusto y Lizzi solo me miró sin poder adivinar su reacción gracias a los lentes.

-Por supuesto que no –Lizzi bufó y comenzó a tomar mi pedazo de pastelito- Sería una estupidez volver con él.

-¿Entonces? –Intentaba no reírme a la pregunta de Aliz. Sus manos se pegaron a la mesa como si estuviera preparada para un lindo manicure en las uñas. Lizzi solo miraba a Aliz con sus cejas unidas ante su segunda pregunta y por supuesto sin dejar de comer el pastelito.

-Esta bien –Dio una pausa resignándose, suponiendo que ponía los ojos en blanco. Se quitó las gafas dejándolos sobre la mesa- Pero prométanme que no dirán nada.

Aliz y yo nos acercamos a ella con el fin de poder escucharla mejor a esa pequeña curiosidad con la que habíamos batallado toda la mañana.
Lizzi tomo aire abriendo la boca para soltar lo que parecía ser un secreto. Pero antes de poder hacerlo, alguien la tomo por uno de los hombros y le beso la mejilla.

-Sabíamos que las encontraríamos en este restaurante –Era Georg al lado de Gustav, quien como siempre su mirada siempre fue seria hacia con nosotros. Georg le lanzo una mirada a Aliz, la cual la hizo ruborizar- Aliz no se puede resistir a la comida mexicana.

-Es deliciosa –Pude mirar de reojo como Lizzi se ruborizaba, pero, ¿Solo por que Gustav había dicho que era deliciosa? Eso me hizo dudar un poco- Aunque nosotros ya desayunamos.

-Es una lastima –Enarcó las cejas Aliz quien se había dirigido a Georg- Estaba tan deliciosa como tu mismo lo dijiste.

-Es hora –Las manos de Georg se juntaron rozándose una con la otra- Es ahora o nunca.

-¿A que te refieres? –pregunté curiosa sin dejar de estar feliz por el que estuvieran con nosotras. Intentaba aferrarme a todas las cosas que me hacían sentirme feliz para no bloquearme con las imágenes vivas de mi aterrador novio.

-Hoy es día de motos, y estoy seguro de que no has subido en una de ellas –Su sonrisa era cautivamente. Otra de las cosas que me gustaba de Georg, es que su felicidad era tan contagiosa que hacia volver loca a cualquier chica, y por supuesto, estaba yo incluida- Será divertido.

-¿Y los gemelos? –Preguntó Aliz mordiendo una de los labios inferiores. Era mi imaginación o acaso ¿Ella aun deseaba ver a Bill? La miré directamente cuando preguntó. Todo lo que había creído de ella ahora se iba hacia abajo como si fuera un ancla bajando hasta el fondo del mar. Aliz me miro y apartó la vista de mí –Solo preguntaba.

-Ya les llamé –Contestó Gustav con su mirada seria y los brazos cruzados. Sus ojos era directamente hacia Lizzi- Nos veríamos cerca del lugar donde rentan las motos.

-Pues que esperamos –Dijo Lizzi levantándose de su asiento colocando sus gafas a sus ojos y tomando su bolso- No hay que hacerlos esperar.




Justo como dijo Gustav, ahí estaban ellos colocándose sus salvavidas con sus entreceño fruncidos a los grandes rayos del sol que daba directamente a sus rostros.
De pronto mis piernas y mis brazos comenzaron a temblar. Por alguna razón de lo mas extraño, podía decir que lo que tenia era “miedo”.
Ahora me encontraba rezando una vez que me coloque a su lado. Bill fue el primero en cambiar su reacción cuando me miró. Llego a mí estirando una mano en la cual venia un salvavidas.
Estaba aterrada cuando lo mostró. Mis manos no se movieron del lugar, se encontraba aferrada a mi cadera. Sacudí mi cabeza con mis labios apretándolos y mis ojos llenos de miedo.

-¿Tienes miedo? –preguntó Bill cambiando su reacción y dudando ahora si darme el salvavidas o no. Fue un caballero al no reírse como los demás por lo que lo entregó al señor que rentaba las Acqua-motos.

Con mis amigas fue todo lo contrario. Aliz y Lizzi ya tenían sus salvavidas puestos y asegurando que todo estuviera en orden. Mi miedo había hecho dar algunos pasos atrás de ellos. Me fui alejando poco a poco hasta encontrarme en una de las sombras bajo una palma.
Aproveche para sentarme en la arena fresca y suave. Estirando un poco mis largas piernas. Mis manos se apoyaron rápidamente a la suave arena y mi cuerpo se quedo inmóvil ante semejanza comodidad.
Lizzi llego a mí con ropa en mano. Eran las ropas de Aliz y Lizzi que antes habían cubierto los trajes de baños.


-¿Segura que no quieres venir? –Decía mientras me entregaba sus ropas. Cerré mis ojos al quererla mirar, pero estos se cerraron automáticamente a los rayos del solo. Así que solo me limite a sacudir mi cabeza de arriba hacia abajo, mientras intentaba poner una mano que cubriera un poco mis ojos.

Suspiro y corrió hacia ellos dando grandes zancadas.
Pensando bien aquel regalo de Aliz, el que había planeado por venir aquí, lo había hecho por mí. Era un lindo regalo, y mas sabiendo que gracias a este viaje, había podido tener claros mis sentimientos sobre lo que sentía por ambas personas. Esta vez me aferraría con más fuerza a esta idea.

Georg había sido el primero en probar su moto. Su felicidad se dibujo al momento que hizo arrancar su moto, alejándose más y más de la orilla en la que se encontraban todos. Era lógico que Tom no estuviera con Lizzi. Optando por irse solo y ser el segundo en probar su moto.

Gustav y Lizzi se subieron juntos a la moto. Veía como cuidadosamente Gustav acomodaba sus delicadas manos alrededor de su ancha cintura. Ambos se miraron tiernamente e hizo arrancar la moto en unos segundos.

Aliz no tenía más opción más que irse con Bill. O eso quería creer. Yo misma sabía que no podía culpar los sentimientos que tenía hacia Bill. Pero no era suficiente que yo fuera su novia para apartar la vista de él.
“Cierto” me resigne cuando lo pensé mejor. Él aun no era mi novio, no podía culparla, era yo la que siempre lo hacia sufrir.

Aproveche quitarme la ropa que cubría otro de mis trajes de baño favoritos. Escuchaba algunos chiflidos cuando mi blusa resbalaba suavemente por mi rostro al momento de quitármela. Ahora mi bikini estaba al descubierto y no por ese pequeño short.
Estaba insegura si estaba haciendo bien en mostrar o no mi enorme abdomen.
Pero supongo que mi bebe necesitaría de algo de luz para que pudiera sentir como su propia madre rozaba la arena por mis manos.

Cerré mis ojos en un intento de relajar todo mi cuerpo. Intentaba dejarme llevar por el aire que arrastraba todo mi cabello hasta llegar a mi rostro. Ese tipo de momentos era lo que mas adoraba. Un momento a solas donde no hubiera nada más que el aire y el sol tan relajante. Desde pequeña solía desear ser el aire. Era invisible, nadie lo podía ver ni tocar, pero podía sentir el rose por el hecho de pasar a su lado. Pero dejando todo esto, el aire era “libre” libre de cualquier situación. No tenia por que preocuparse más que para refrescar vidas cuando más lo necesitáramos.

Cuando menos lo esperé, Georg y Bill se habían detenido con su moto justo en la orilla de la playa. Me quede mirándolos con la curiosidad de saber ¿Qué era lo que pasaba? Aliz y Bill se bajaron cuidadosamente de la moto, mientras que Georg solo esperaba. Aliz nadó un poco hacia donde estaba Georg para subirse con él. Era lógico ver que el rostro de Aliz no era de total acuerdo. Imaginaba como reprochaba en sus adentros maldiciendo muchas palabras obscenas.

Georg arranco una vez que las manos de Aliz estaban alrededor de él. Fue entonces cuando no pude resistir reírme. A lo contrario de Aliz a Georg se le iba dibujando otra enorme sonrisa en su rostro de oreje a oreja.
Pero algo extraño pasaba. Bill no había entregado su moto al dueño que las rentaba, si no todo lo contrario. Venia a mí con esa enorme sonrisa en su rostro y el salvavidas que había rechazado la primera vez. ¿Acaso estaba loco? ¿Qué no entiende lo que es un no?

Amaba la forma en la que venia hacia conmigo. Esos movimientos que estilaban su cabello mojado de un lado hacia el otro. Caminaba lento sin quitar esa sonrisa mientras enarcaba las cejas.
Mis piernas volvieron a temblar cuando ahora mi mente vagaba en otra imaginación. Esta vez me vi en una de esas motos cayéndome de ella. Ese pensamiento me aterro más y me hizo más inmóvil de lo que me encontraba.

-Por favor Neily –Grito aun conteniendo una de mis sonrisas favoritas de él- Yo te cuidare.

¿Por qué cuando menciono esas dulces palabras, deje de temblar? Estaba boca abierta y más inmóvil de lo que esperaba. No sabia que responderle. Cuando estaba justo a mi lado, tuve que mirarlo desde arriba. Intentaba hacer gestos con una de mis locas miraditas pero no funciono. Lo único que había logrado a cambio era que soltara una carcajada. ¿Como podía desconfiar de él? ¿Como podía rechazarlo siendo que no puedo resistir cada vez que me rogaban? Uno de mis grandes defectos.
Su mano tomo la mía sintiendo una enorme corriente eléctrica haciéndome levantar rápidamente. Pude darme cuenta como nuestras manos encajaban a la perfección.

Cuando sentí uno de los grandes síntomas avisarme que estaba sonrojada, había vuelto en sí .Estaba estupefacta a su súplica. No me sorprendió que mi corazón volviera a funcionar cuando estaba tan cerca de mí. Estaba aterrada y al mismo tiempo me sentía protegida por mi ángel guardián bajado del mismo cielo.
Cuando uno de mis pies había pasado por la raya donde separaba del sol a la sombra, me dio una quemazón pegando un fuerte grito. Fue lógico que mis pies se plantaran a la sombra enterrándose a la arena.

Él aun con mucha educación, me tomo por los brazos y piernas cargándome con sus fuertes y blancas manos. Pude notar como hacían fuerza al cargarme hasta llegar a la orilla de la playa donde estaba la moto.

Me volvió a dar el salvavidas, colocándomelo tímidamente y por supuesto, torpemente. Alzaba la mirada cuando sentía que lo había colocado mal, acompañada de un risita vaga. Él solo me regalaba una sonrisa y lo amarraba bien asegurado para estar más segura. De pronto me hizo pensar ¿Y si él cree que no me siento protegida a su lado? ¿Creerá que no confío en él?

Eso me hizo estremecer. Arrumbando todos mis miedos y solo pensando en mi gran desesperación.
Cuando volví a sonreír por mis adentro, era por que me había propuesto algo para compensarlo por todo “La única verdad” y por supuesto. Recordando algo importante que su propia madre me lo dijo cuando la conocí personalmente “La verdad te hará libre” era lo que deseaba. Ser “libre” y no tener que preocuparme por los límites que se interpusieran en mi camino.

Dio un profundo respiro antes de tocar el agua que apenas rozaba mis desnudos pies bajo la arena .Primero se subió él a la moto para que para mi fuera un poco mas sencillo. Pero había durado minutos por lo menos batallando con el agua y la moto. Las olas reventar cerca de nosotros hacia que la moto se moviera de un lado hacia el otro. Pero la mano de Bill estirarse hacia mi lado fue lo necesario para poder sentarme justo detrás de él detrás de él.

Apreté mis ojos y mis manos se aferraron a su cintura con toda la fuerza que mi cuerpo pudiera. “todo estará bien, no dejare que nada te pase” sus labios habían rozado cerca de mi oído haciendo abrir los ojos de golpe y mirándolo atónita a sus últimas palabras.
Mi corazón ya no palpitaba con fuerza y mi respiración se hizo lenta al querer desear besarlo en ese momento.
En ese momento fue como si él escuchara mis pensamientos sabiendo lo que deseaba .Pero él se limito hacer semejante cosa y arranco la moto suavemente por mí.
Sabía que no me gustaba verme criticada por páginas web o periódicos y revistas.

Mis pensamientos fueron otros cuando me di cuenta que ya estábamos más lejos de la orilla. Ahora por dentro rezaba por no caerme lo que ahora me parecía una pequeña moto.